Sanata con clase

Así de raro fue... un amor sin palabras. Palabras inexistentes ante una mutua mirada, pausada, pero ardiente y profunda, que llegaban más allá del límite, lejos, hasta pasar por el terreno de la exageración. Pero a ellos no les importaba. Sólo necesitaban contemplarse con ojos trasparentes, sensuales, brillantes, profundos y comunicarse telepáticamente formando un código entre los dos muy difícil de romper. Eran lapsus de miradas deseosas que parecían alejadas de la realidad; una realidad dejada muy de lado como en las películas de ciencia – ficción. Porque esas miradas, pausadas o no, eran una invitación a explorar lo desconocido. ¿Palabras? No, palabras no había. Tampoco faltaban. Porque como en un cine: Se daba una sola película, se trataba de amor; se llamaba “Sentimientos” y el único protagonista era el corazón... Era un amor apenas cálido, tímido. Amor de dos jóvenes sin experiencia pero un amor al fin. Hasta hoy esas palabras necesarias no salieron y nadie sabe si saldrá. Pero s