¿Asi que te mudaste? Contame cómo te fue!!
Hola queridos internautas. Después de un mes y medio vuelvo a escribir. No es que me invadió el ocio, tampoco pasé a “mejor vida” ni fue mi intención hacerlo... el problema fue ni más ni menos que la mudanza. Tarea desgastante si las hay… Esta bien, convengamos que no se siente tanto cuando toca mudarse por fin a su casa propia, o en su defecto, si se alquila, a una casa más grande …Bueno, no es mi caso, sépanlo.
Lo primero que puedo decir de la mudanza es que tiene al menos dos cosas positivas. Primero, la cantidad de objetos perdidos -valiosos o no- que se encuentran, cuando por ejemplo, se corre aquel pesado y viejo mueble de lugar. El comentario que sigue es: “Pero, mirá vossss, adonde estaba el/la … que no encontraba!!. Entre “eso” perdido figura por lo general: el “otro” aro, la “otra” media, alguna prenda -por lo general intima- , el cinco de bastos que revoleaste con bronca en alguna ronda de truco, y monedas, muchas, sobre todos las de cinco y diez centavos, fácilmente deslizables del bolsillo del pantalón post salida nocturna. La segunda cosa favorable es la cantidad de cosas que terminás tirando y que te ayuda a achicar el tamaño de los bultos. Dentro de ese rubro están por supuesto las estupideces que uno no entiende por qué guardó en algún momento, a saber:
- llaves que alguna vez abrán abierto algo
- cotillones de alguna fiesta de quince, o casamiento, etc,
- agendas telefónicas con nombres de gente que jamás recordarás qué fueron en tu vida
- boletos capicúas de los años ochenta (para los más jóvenes, hubo una época que los colectivos no tenían máquinas sino que los mismos choferes te entregaban los boletos y de colores!!)
- cajas de celulares, o algún electrodoméstico que alguna vez tuviste.
- etc, etc, etc.
Lo que sigue es lo peor: el flete, o mejor dicho, los fleteros. Porque de nada te sirvió cuidar esa costosa heladera de que no congelara de más, de evitar rayarla o golpearla, de equilibrar su peso para que no funcione mal, etc. Ahí los ves llegar a los fleteros, uno apodado “verruga”, metro y medio, algo así como un peso “mosca”, o peso “jején”- y cara de “mishiadura”. El otro sí, mas fortachón, pero con una panza que él mismo podría hacer un auto-flete, si ese abdomen voluminoso fuese hueco.
No, de nada sirvió cuidar tanto esa heladera, ese mueble, ese lavarropas, de nada sirvió advertirles que tengan cuidado con....... porque hay va “verruga” tambaleándose zigzagueante, cual borracho perdido, con el bártulo en su hombro, y con una escalera empinada como escollo. Al menos es primer piso...
Pero hete aquí que la nueva vivienda está en el 4º, y el ascensor es muyyyy chico..Conclusión, luego de que el gordo haya estirado las estrías de sus nalgas al máximo y “verruga” literalmente casi haya explotado al subir la heladera cuatro largos pisos, el flete dio por terminado su servicio, con las siguientes consecuencias: heladera rayada en la parte frontal, escritorio con directamente un collage de rayas –directo para “Utilísima”-, manguera de lavarropas tajeado –advertido recién al hacer el primer lavado...
Ya en la nueva casa, se pasa a la ultima etapa crítica: acomodar todas las cosas con un ambiente menos por delante... No hace falta adivinar... ya se imaginan las próximas discusiones familiares: “¡Dónde pusiste las ollas/ corbatas/ cremas/ barbis/ etc!!” “¡Te dije que yo iba a guardarlo, no sé por qué tocaste mis cosas!” “¡Está faltando una caja, seguro la dejaste olvidada allá!”
En fin, no me extiendo más. Si alguno se sintió identificado, me habrá sabido entender... Y sino, al menos creo haber justificado mi ausencia, ¿no?
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Besos!!!